Pese a todo, el nivel en sí parecía bastante tranquilo; siendo de noche, además, la gente estaba metida en sus casas, y nadie molestó a Godorik mientras paseaba por las calles. También las escaleras estaban desiertas, y hasta los ascensores; pero no se arriesgó a coger uno, y prefirió andar. No porque fuese tan fanático del ejercicio, pero porque estaba seguro de que había cámaras por todas partes, y si a alguno de los policías sentados frente a las pantallas de vigilancia le daba por despertarse y tomarse la molestia de contrastar su cara con las del archivo, no tardarían en ir a por él; y en ese caso, si iba en ascensor y paraban este, estaría atrapado, mientras que por las escaleras al menos podría recurrir al truco de tirarse por el hueco y rezar por tener la misma suerte que la primera vez.
Cuando llegó al nivel 10, ya había pasado la medianoche, y estaba tan fatigado que se sentó a descansar un rato. Hasta sacó el zumito procesado que le había dado Manni, del que se había reído hasta la saciedad cuando había intentado endosarle aquella merienda para niños.
—Tú ríete —se había ofendido Manni, aunque aún así se lo había metido a la fuerza en el bolsillo—, pero las vitaminas son buenas para los seres biológicos.
Terminó su picnic y volvió a levantarse. Fue a subir las escaleras hasta el nivel 1, pero en cuanto puso un pie sobre el primer escalón, se percató de que arriba había guardias de seguridad. Podía arriesgarse e intentar pasar junto a ellos; pero era casi seguro que lo detendrían y le harían algunas preguntas, como poco. Aún en el caso de que no pasara nada más, Godorik no se sentía en ese momento muy capaz de dar respuestas convincentes, así que buscó otra forma de subir.