El Fuerte Oscuro de Kil-Kyron · Capítulo 25

25

—Yo… uhm… —dudó Maricrís, viéndose en un grave dilema. No quería desvelar que procedía de Surlán, pero, por otra parte, no podía mentir; mentir era un acto malvado y despreciable.

—Será mejor que te acompañe a casa —dijo el preocupado caballero—. No es bueno que una jovencita como tú se pasee sola por aquí. ¿Dónde vives?

—Uhm… ahm… —continuó titubeando Maricrís. El hombre la miró desconcertado, y como ella serguía sin responder, tras un momento pareció decidir que era retrasada mental, o algo por el estilo.

—¡Pobrecita! —se compadeció de ella—. ¿No sabes dónde está tu casa? No te preocupes. Iremos a ver a los servicios sociales de Aguascristalinas, y ellos lo arreglarán todo.

—¡Los servicios sociales! —repitió Maricrís, asustada, recordando todas las veces que los malignos habitantes de su aldea le habían advertido que no se acercase a los servicios sociales—. ¡No puedo ir a los servicios sociales!

—¿Cómo que no? ¿Por qué? —preguntó el caballero, cogiéndola de la mano y dando media vuelta—No te preocupes, los servicios sociales no te harán daño. Solo quieren ayudarte.

—¿Es… es eso cierto? —sollozó Maricrís, siguiendo no obstante al hombre.

—Claro que sí —aseguró el caballero—. Tranquila; te llevaré hasta ellos sana y salva. Soy Caritio Bancraacs, caballero y Paladín del Bien, portador de la poderosa Espada de los Cinco Dragones Blancos, campeón de las grandes justas de Cielos Azules, y fundador de una organización de ayuda a los damnificados por el uso incorrecto de la palabra «estupefacto»; y te protegeré de cualquier mal que te aceche, sin importar las consecuencias para mi persona. ¿Cuál es tu nombre, pobre muchacha perdida?

—Soy… soy Marinina Crysalia Amaranta Belladona —se presentó Maricrís, aún dudando; pero unos segundos después no pudo aguantar por más tiempo la idea de engañar a alguien, especialmente si era un seguidor del Bien, y añadió—. ¡Señor caballero! No puedo ocultaros la horrible verdad. Yo… yo… ¡vengo de Kil-Kanan!

—Uh… —el caballero tardó un momento en procesar esas palabras, y después se sobresaltó—. ¿Cómo? ¿Has estado en ese horrible lugar? ¿Qué te impulsó a adentrarte allí?

—No, yo… —hipó Maricrís— yo… ¡nací allí! ¡He vivido toda mi vida entre esos seres malvados! —rompió a llorar—. ¡No puedo engañaros, amable caballero! ¡Soy la hija de una de ellos, una bruja maligna de Kil-Kyron!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *