Godorik, el magnífico · Página 125

Godorik fue a recoger su teledatáfono, y se lo guardó.

—Y ahora explícate. ¿De dónde sale esa droga, y desde cuándo estás haciendo esto?

—Te explico, jefe —dijo Keriv, con aire sumiso—, pero no me denunciarás, ¿verdad?

—¿Denunciarte? Si voy a denunciarte, me detienen a mí —bufó Godorik.

Eso devolvió la confianza al conserje. Y también le recordó algo.

—¿Qué estás haciendo aquí, jefe?

—Explicaciones, Keriv —gruñó Godorik, frunciendo el ceño. El pobre (y asustadizo) Keriv dio otro paso atrás.

—Yo no quería hacerlo —se atragantó—, pero verás, cuando empecé a trabajar aquí… Bueno, el salario no es muy bueno, y… La cuestión es que al poco tiempo se me acercaron unos tipos diciendo que tenían un negocio que podía dar mucho dinero.

—¿Quiénes eran?

—Unos tipos de una banda, ya sabes.

—¿Qué banda?

—Seguro que no la conoces —tosió Keriv.

—A no ser que se llamen los «Beligerantes», seguramente no, no la conozco —barbotó Godorik—. Pero ¿qué bandas hay en este nivel? No sabía que…

—¡Ah, no! No son de este nivel. Ya sabes, yo vivo en el nivel 20… todo esto pasó allí.

—Ajá.

—Cuando empecé a trabajar aquí, se les ocurrió que una oficina de patentes en el nivel 14 era el lugar ideal para ocultar cosas. Porque nadie nunca sospecharía de un sitio así, ¿sabes?

—¿Cómo se les ocurrió esa idea tan estúpida?

—Pues hasta ahora ha funcionado —se defendió Keriv.

—Pero… ¿de verdad estás escondiendo mercancías dentro de los cubos de la limpieza?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *