—¿Quién es? —preguntó.
—¡Godorik! —escuchó la voz de Edri, en un murmullo—. ¡Godorik, tienes que venir al nivel 25, ahora mismo! ¡Es muy importante!
—Cómo que… —empezó Godorik.
—En la Tubería —insistió ella, cortándole—, la Tubería, área este, un almacén con ventanas rojas. ¡Es urgente! ¡Ven de inmediato!
Y colgó. Godorik se quedó mirando el teledatáfono con cara de tonto, pregutándose a qué venía aquello.
—Espero que esto sea de verdad algo importante —gruñó para sí, encogiéndose de hombros. Por supuesto, podía ignorar la llamada, pero el tono de Edri había sido apremiante; y lo cierto era que la chica le había prometido llamarle si averiguaba algo que pudiera serle de utilidad.
Fastidiado, volvió a subir. Por suerte, solo tenía que llegar hasta el nivel 25; pero, una vez allí, se encontró con otro problema. Aunque recordaba vagamente que Ran la había mencionado mientras huían de los Beligerantes, no tenía ni idea de qué era la Tubería, o de dónde estaba. Si aquello hubiese sido un nivel superior y más pijo, habría podido buscar algún mapa o confiar en encontrar señales que le indicasen dónde dirigirse; pero en un nivel tan bajo como aquel podía darse por satisfecho si la mayor parte de los letreros anunciando los nombres en las calles seguían en su sitio.
Medio minuto después, se resignó a que tendría que preguntar. Un hombre apostado en una esquina que no parecía estar haciendo nada en concreto aparte de vigilar el resto de la calle le dio un par de indicaciones, la mayor parte de ellas vagos gestos en una dirección.
—No tiene pérdida —acabó diciendo, mientras señalaba una construcción metálica que se veía a ratos asomar sobre los edificios, y que, bien mirada, se parecía bastante a una tubería—. En la zona este la Tubería sube al techo. Es fácil de encontrar.