Godorik, el magnífico · Página 190

—Pues… —dudó Map—. ¿Sois de otra banda?

—No —contestó Edri, ofuscada.

—Entonces, ¿para qué me los traes? Pégales un tiro. ¿No ves que tengo otras cosas de las que ocuparme?

—No tan deprisa —intervino Godorik—. ¿Eres tú el jefe de estos Beligerantes?

—¿Y qué si lo soy? —contestó este.

Godorik le echó una ojeada. Era un tipo de aproximadamente su misma edad, corpulento, con una barba poco cuidada y una cara de muy pocos amigos.

—No por mucho tiempo —gruñó para sí el del cráneo metálico.

—¿Qué has dicho, Coroles? —saltó de nuevo hacia él el jefe.

—Eh, nosotros mejor nos vamos —farfulló Map.

—¿Es que no te da vergüenza? —siguió Godorik, a lo suyo—. ¡Tener aterrorizado así a un nivel entero, atacando a las gentes de bien! ¡Hasta a las ancianitas que vienen de hacer la compra! ¿Qué os habés creído, que vivimos en una holofilmación? ¿Que esto son las Eras Oscuras?

—¿Se puede saber quién eres tú? —gruñó el jefe, tras un instante de desconcierto.

—Me llamo Godorik.

—Es Godorik, el Magnífico —apuntó Edri.

Godorik volvió la cara hacia ella, confuso.

—¿Qué?

—Eh, hay gente por ahí que lo dice —se explicó ella—. Hablan del justiciero-enmascarado-no-enmascarado que peina la ciudad por la noche, Godorik el Magnífico.

—Qué —repitió Godorik, estupefacto.

—¡En cualquier caso! —carraspeó Edri—. ¡Este señor es un justiciero que va a acabar con vuestro reinado del terror!

El público que contemplaba la escena estalló en risas mientras Godorik miraba a su compañera con expresión desencajada. El jefe de los Beligerantes le dirigió un guiño sarcástico.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *