Godorik, el magnífico · Página 109

Mendolina hizo un gesto de impaciencia.

—Sí, sí; estuve saliendo con este chaval, el líder de los Garras Asesinas —explicó—. En ese tiempo aprendí mucho sobre las bandas, y es cierto que funcionan así. Así que, para hacer algo productivo, solo hay que derrotar al líder de los Beligerantes, y ocupar su lugar.

—¡Eso es algo que Godorik puede hacer! —se entusiasmó Ran.

—¿Estáis locos? —interrumpió Godorik—. Una cosa es que me haya convertido en un cyborg y con algo de suerte sea capaz de noquear a un par de tipos; y otra muy distinta es que vaya a meterme en un duelo de honor contra el jefe de una banda, y menos aún que pueda ganar.

—¿Duelo de honor? ¡Nada de duelo de honor! —lo corrigió Mendolina—. Esas cosas son tan sucias como pueden ser.

—Me lo pones mejor aún —bufó Godorik, sarcástico—. No, no. No puedo hacer eso; y, de todas maneras, no tengo tiempo. Estoy investigando una conspiración, que, si es lo que yo creo, pone en peligro a toda la ciudad.

Ran torció el gesto, decepcionado. Mendolina, sin embargo, dio una palmada y se encogió de hombros.

—Bien, eso es una pena —dijo—, pero qué se le va a hacer.

—Si no puedes hacerlo, no puedes hacerlo —se resignó también Edri—. Aunque… quizás en otro momento, cuando te hayas tochado un poco más.

—Ya —comentó a eso Godorik, que no tenía ni idea de qué quería decir Edri, pero que pensaba que era el momento de aprovechar la ocasión y largarse de allí, antes de que a aquella gente se le ocurrieran más ideas peregrinas. Se levantó—. Muchas gracias por todo, pero ahora tengo que irme.

—¿Ya? —preguntó Mendolina—. ¿Estás seguro? Te caíste redondo hace poco; ¿no necesitas algo más de reposo?

—No, no, gracias —se negó Godorik. Era verdad que aún se sentía algo cansado, y que con gusto se habría echado a dormir otra vez; pero aquella situación le resultaba bastante violenta, y eso de no saber muy bien dónde estaba lo incomodaba más todavía, así que no quería pasar más tiempo allí—. He de marcharme.

—Bueno, como veas —Mendolina se encogió de hombros, y se levantó también—. Espera un momento.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *