Godorik, el magnífico · Página 133

—¿Usted? —exclamó Keriv.

—¡Sí, yo! —se lamentó el jefe de planta—. Es algo terrible… si el mundo se enterase de esto, mi reputación caería por los suelos.

—Si el mundo se enterase de esto, su reputación mejoraría mucho —gruñó Godorik—. En serio, Merricat, ¿a quién pretende engañar? Tiene usted fama merecida de ser el empleado más vago de esta oficina. ¿Cómo pretende hacernos creer que es adicto al trabajo?

El jefe de planta suspiró.

—Veo que ninguno de vosotros tenéis un gran aprecio por la cultura —dijo—. ¿Es que ni siquiera consultáis la interred? ¿No sabéis que yo soy el famoso videobitacorero Cledpang?

—¿El famoso qué?

—Tengo una videobitácora en la interred, desde hace ya décadas —explicó Merricat—. Soy bastante famoso en la ciudad, especialmente en mi nivel de residencia. La gente me conoce por mi frescura y mi falta de respeto por las convenciones sociales… es parte de mi personalidad pública. ¡Si alguien supiese que soy adicto al trabajo, mi imagen se arruinaría! No puedo permitirlo.

—Pero —empezó Godorik, cada vez más asombrado por la estupidez de las situaciones en las que se encontraba—, si ese es el caso, ¿por qué trabaja usted aquí?

—Esta es mi auténtica vocación —respondió Merricat—. Entiéndame. Empecé como videobitacorero a los dieciséis años, y tuve mucho éxito desde un principio. Durante un tiempo estuvo bien… pero unos años más tarde, cuando terminé los estudios, acabé por darme cuenta de que lo mío eran los exámenes oposicionales, y el trabajo de oficina. Pero por aquel entonces ya tenía un renombre que mantener, ¿sabe?

—Entonces…

—Entonces me dediqué a trabajar en secreto. ¿Es que a nadie le parece extraño que haya llegado a ser jefe de planta, si parece que no doy ni golpe? Es porque, en todos los puestos por los que he pasado, a pesar de que la gente se quejaba de que nunca hacía nada, al final el trabajo estaba hecho milagrosamente… como por sí solo.

—Porque venía usted a trabajar por las noches.

—Eso es.

—Esto es una idiotez —farfulló Godorik—. ¿Por qué no deja esa videobitácora, o lo que sea, y empieza a comportarse como una persona normal?

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