—¿Qué quieres decir?
—Eres la gestora de este nivel, ¿no? Tienes que haberte enterado si se han producido varios asesinatos, o si ha desaparecido gente.
—Godorik, eso es cosa de la policía. Yo soy gestora, no detective, ni la niñera de todo el mundo… —gruñó Mariana, aunque luego reflexionó—. Hubo una investigación porque una calle cerca de aquí amaneció llena de manchas de sangre. La policía tomó muestras, y se dijo que iban a hacer análisis de ADN. Sin embargo, luego no supimos nada más; como tampoco ha habido denuncias por desapariciones en el nivel, no se confirmó ningún asesinato, ni nada parecido.
—Y sin embargo yo vi tres cadáveres.
—No lo digo por dudar de ti —carraspeó Mariana, y dándose la vuelta se dirigió hacia la estantería y empezó a consultar unos ficheros—. Simplemente, eso es de lo que nos ha informado la policía.
—Si han hecho análisis de ADN y todo, deben de saber a quién pertenecía la sangre. A estas alturas hay poca gente en la ciudad que no esté en el Registro de Tejidos Orgánicos —gruñó Godorik.
—No, hay bastante —lo contradijo Mariana—. Los medios son muy alarmistas con esas listas, pero lo cierto es que ni media ciudad está registrada ahí.
—Aún así, estoy seguro de que la policía sabe algo —se ofuscó Godorik—, y lo están ocultando.
—¿Qué sé yo? —protestó Mariana—. Pero hay otra cosa con la que sí puedo ayudarte.
Le alargó un papel que había extraído de uno de los ficheros.
—¿Qué es esto?
—Protestas de los vecinos de la calle en la que apareció la sangre porque en la calle no dejaban de escucharse ruidos extraños durante las madrugadas —resumió Mariana—. Las quejas cesaron el día después de que te dispararan; al parecer, ya no se dan esos ruidos. También —siguió rebuscando, y entregó a Godorik un segundo papel— hay gente que ha dicho que el local frente al que se encontraron las manchas, que pertenece a un señor del nivel 18 que lo utiliza como trastero…
—¿Alguien del nivel 18 que utiliza un local en el nivel 11 como trastero? Venga ya.