—¿Qué es esto? —se preguntó, sorprendido. ¿Qué era la iniciativa 2219? ¿A quién estaba dirigido ese papel? Y, sobre todo, ¿por qué estaba allí escondido debajo de una alfombra en medio de una residencia que había resultado ser un agujero casi completamente vacío?
Reflexionó por un momento. Le parecía evidente que aquello era alguna especie de engaño; un montaje dedicado a alguien que no era él, pero que, al igual que él, entrase allí buscando algo; y que, al registrar la habitación, encontraría únicamente aquel papel con ese desafiante mensaje. Al contrario que él, sin embargo, ese alguien sabría de qué se trataba.
Godorik volvió a doblar la hoja cuidadosamente, y procuró dejarla exactamente donde y como la había encontrado. Después, miró a su alrededor con desconfianza; si todo aquello estaba preparado para burlarse de alguien, no descartaba que quien lo hubiera orquestado hubiese tomado otras medidas… como colocar cámaras, o algún tipo de trampa que se accionase una vez hubiera descubierto aquel papel. Observó las paredes con detenimiento, intentando descubrir cualquier cosa que se pareciera remotamente a una cámara; pero esa era una labor imposible, puesto que (aunque la Computadora raramente la empleaba y solía utilizar las viejas cámaras con aspecto de cámaras) la tecnología moderna era capaz de incluir artefactos grabadores en casi cualquier objeto, por no decir que se podían producir cámaras con forma de pared, si uno tenía los recursos necesarios para ello. Es decir, que podía perfectamente estar rodeado de cámaras por sus cuatro costados, y no saberlo; un experto en esa clase de tecnología habría podido tal vez distinguirlas, pero él no. Eso le resultó muy siniestro, más aún que la idea de que la ciudad entera estaba empapelada en videovigilancia por todas partes; más que por otra cosa, porque a esta segunda idea estaba acostumbrado, y porque sabía que las grabaciones de las cámaras estatales rara vez las miraba nadie, a no ser que ocurriese algo importante. (Y muchas veces ni aunque ocurriese algo importante, pues en toda Betonia se cometían continuamente pequeñas y no tan pequeñas infracciones de la ley que a nadie parecían molestar, y a las que ninguna cámara ponía freno.)