ESCENA 11
(El pianista toca Sinfonía Pastoral de Handel. El pastor, acompañado del niño, entra por la izquierda, lleva su gallado. Camina despacio, pero no está cansado o enfermo, como al principio. Cuando llega al centro se para por un momento, se pone en cuclillas, acaricia un cordero imaginario en la cabeza y lo toma en brazos. El hijo, Rafael, mira a la distancia, hacia la derecha.)
Rafael — Nunca he subido tan alto.
Pastor — Cuando las ovejas se comen la hierba que hay abajo, empiezan a subir la montaña en busca de pasto. Cuando la hierba crece otra vez, ¡a bajar se ha dicho!
Rafael — ¡Nunca había visto nada tan de lejos!
Pastor — Parece que está lejos.
Rafael — No quiero irme de aquí nunca. Quiero ser un pastor.
Pastor — Es una vida dura.
(El chico se vuelve a mirar al pastor.)
Rafael — Lo sé, pero es una vida cercana a la tierra. No quiero pasar mi vida peleándome con otros hombres por dinero.
Pastor — ¡Eres tan sabio, y tan joven!
(El piano toca el acorde que representa al Ángel, quien entra por la derecha. El Pastor, que ha estado ocupado con el cordero, no se entera que el Ángel ha llegado hasta que empieza a hablar.)
Ángel — ¡Alégrate, amigo…
(El chico se vuelve a mirar al recién llegado, y con temor se abraza a la cintura de su padre. El Pastor escucha al Ángel con calma.)
Ángel — …el primero de los fieles seguidores, el primero que aprendió a entender el corazón del Salvador—que no tendrá una vida fácil, como se podría esperar. Será despreciado, rechazado, un hombre con penas, que conoce muy bien el dolor. No hará a Sus hijos libres por su destreza con lanzas y espadas en el campo de batalla. Su naturaleza es la de un luchador del espíritu, un maestro, una voz que clama en el desierto: “¡Preparad el camino del señor!” Será el camino del arrepentimiento, del perdón, de la compasión, de la humildad, de la curación, de la piedad, del sacrificio. Reconfortará a los que se lamentan, consolará a los que son insultados y perseguidos. Abrirá los ojos de los ciegos, destapará los oídos de los sordos. Dará de comer a su rebaño como un pastor, tomará a los corderos en sus brazos y los abrazará contra su pecho. Para los que creen, Su nombre será Maravilloso, Consejero, Rey de reyes, Señor de señores, Príncipe de la paz. ¡Adiós, amigos…por ahora!
(El Ángel se va.)
Rafael — Creo que entendí muy poco.
Pastor — Ya te llegará la hora. Vamos más arriba a ver lo lejos que podemos ver.
(El Pastor pone en tierra al cordero imaginario. Rafael toma el cayado. Mientras el coro canta Angels We Have Heard on High, el Pastor y su hijo miran hacia arriba, entonces salen por la izquierda.)
Hola!
Me ha encantado ver Herodes y La Estrella aquí. Espero que sigas escribiendo y publicando.
Gracias.
¡Muchas gracias a ti, Chure!