26
Caritio Bancraacs soltó la mano de Maricrís y dio un salto hacia atrás.
—¿Cómo es posible? —exclamó—. ¿Eres una seguidora del Mal?
—¡No! —negó rápidamente Maricrís—. ¡Me he escapado de allí!
—¡Eres una de ellos! —gritó el caballero, llevando la mano a la empuñadura de su espada.
—¡No! ¡No! —repitió la chica, desesperada—. Buen caballero, ¡por favor, escuchadme!
Caritio Bancraacs frunció el ceño, pero no desenvainó.
—Mi madre es una de ellos, una bruja malvada —explicó Maricrís—. Durante toda mi vida ha intentado convertirme a la senda del Mal. Pero yo… ¡Yo nunca he querido ser maligna! Mi maligna madre me obligaba a hacer cosas horribles, como arrancar flores y sustituirlas por cardos… y al final… no he podido aguantarlo más y he huido de allí junto con mi perrito. —señaló a Blancur, y después se echó a llorar desconsoladamente—. ¡Por favor, amable caballero, creedme! ¡Digo la verdad!
Caritio Bancraacs pareció dudar.
—¿No mientes? —preguntó—. Los de tu calaña… los seguidores del Mal siempre mienten, y tratan de engañar a los hombres honrados.
—¡Pero yo no soy una seguidora del Mal! —protestó Maricrís—. ¡Quiero unirme al Bien! Por eso estoy aquí.
—¡Oh, gran dilema! —empezó a monologar dramáticamente Caritio—. ¡Semejante situación! ¿Cómo puedo yo decidir qué hacer? Puesto que afirmas ser sincera, he de darte una oportunidad; si existe la más mínima posibilidad de que tu corazón no esté aún dominado por la maldad, debo hacer todo lo que pueda para llevarte de nuevo a la luminosa senda del Bien. Pero, ¿qué ocurrirá si eres un engendro del mal, que ha adoptado esta forma beatífica para engañar a los paladines de la bondad, y caigo en la trampa de escuchar tus falsas palabras? ¡Me traicionarás y corromperás si te entrego mi confianza!
—¡Yo no haría tal cosa! —lloró Maricrís.
—Terrible es la decisión que debo tomar —se lamentó el caballero—, pero, puesto que soy un paladín del Bien, solo puedo hacer una cosa. Debo entregarte a los servicios sociales.