El Fuerte Oscuro de Kil-Kyron · Capítulo 8

8

Liderado por el nuevo clon de Pati Zanzorn, el equipo se puso en marcha apenas media hora después. Tristemente, ni siquiera habían terminado de descender por la ladera de la montaña cuando empezaron los problemas. Pati Zanzorn no estaba nada en forma, ni tampoco lo estaba Sore Matancianas; y lo mejor de todo es que nadie sabía muy bien a dónde iban.

—¿Dónde vamos a ir y qué vamos a hacer exactamente? —preguntó Avur Vilán al cabo de un rato, cansada de escuchar a Sore, Zanzorn y el Fozo discutir sobre si la enredadera ahorcadora era autóctona de Kil-Kanan o no. Asimarak Cuu, por su parte, todavía no había dicho una palabra—. ¿Alguien tiene alguna idea?

—Bueno, yo tengo una idea —saltó el Fozo—. Podríamos hacernos pasar por vagabundos e ir a los hogares de vagabundos y hacer que nos den comida gratis.

—¡Qué buena idea! —aplaudió Pati Zanzorn.

—¿Qué? ¡No! —exclamó Sore—. Eso no arreglaría nada.

—¿Por qué no? —preguntó Zanzorn.

—Porque solo nos darían comida para nosotros, y lo que necesitamos es un suministro grande —explicó Sore, un tanto molesto—. Incluso aunque fuéramos muchas veces tendríamos que transportar cada vez cantidades ínfimas de comida de vuelta a Kil-Kyron. Eso no es nada eficiente.

El Fozo frunció el ceño, contrariado.

—No, pero sigue siendo una buena idea —insistió Pati Zanzorn—. Al fin y al cabo tenemos montones de tipos en el fuerte que no nos sirven para nada. Podríamos disfrazarlos a todos de vagabundos y hacer que vayan regularmente a pedir comida en los hogares de vagabundos del Bien, y que luego la lleven de vuelta a Kil-Kyron. Eso no resolverá nuestros problemas de suministros, claramente, pero nos proporcionará suplementos vitamínicos. ¡Y de paso estafaremos al Bien!

—Hum, si quieres verlo así —concedió Sore—. Pero de todas maneras aún tenemos que encontrar una forma de abastecer el fuerte.

—Sí, sí —dijo Pati Zanzorn—, pero esa idea queda anotada.

—Pero entonces, ¿qué hacemos nosotros? —intervino Avur Vilán—. Porque seguimos sin saber a dónde vamos.

—Tengo un plan —Sore Matancianas se hinchó como un globo—. Primero tendremos que localizar el granero más grande de los alrededores del Kil-Kanan…

—Si es muy grande, lo mismo se ve desde aquí —apuntó el Fozo inocentemente, oteando a su alrededor en busca de una torre con el letrero de «GRANERO».

—No digas tonterías, Fozo —se enfurruñó Sore—. Mi plan no solo es genial, ¡es serio! Es una delicada combinación de infiltración y labores de ingeniería encubierta…

—Explica, explica —urgió Pati Zanzorn, muy interesado.

—Ay señor —suspiró Avur Vilán.

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