Se guardó el AgaraCristal y se puso en marcha sin perder más tiempo. Subió a saltos por el Hoyo hasta el nivel 20, y allí localizó el tubo de transporte más cercano y empezó a escalar y a dar saltos por él hacia arriba. Tardó un buen rato en llegar al nivel 3, y cuando llegó estaba cansado de tanto ejercicio; aunque hay que decir que menos que si hubiera subido aquella infinidad de pisos por las escaleras. En definitiva, aquel no parecía un mal sistema para moverse por la ciudad.
El nivel 3 era todavía más pijo y elegante que el 7, y junto con los niveles 4 y 2 reunía a la más distinguida crème de la ciudad. En el nivel 7, aún se notaba una diferencia entre los edificios del centro y los más periféricos; en el 3, todo era tan caro y cuidado y elegante que Godorik y su ojo poco acostumbrado a las finezas arquitectónicas no llegaba a discernir ninguna diferencia. Tenía un parque central, al igual que los niveles anteriores; que incluía no ya solo un lugar para que pasearan las mascotas, sino un auténtico jardín botánico plagado de especies vistosas y exóticas, un pequeño zoológico con animales de toda clase, y un estanque artificial cuyas aguas se movían por efecto de una bomba de filtrado.
Sin embargo, todo eso impresionó poco a Godorik, uno de cuyos mayores defectos era que todo lo que no tenía que ver directamente con sus intenciones le importaba un comino. Así que intentó orientarse rápidamente, y no tardó más de quince minutos en encontrar la dirección en la que se encontraba la vivenda del tal Nicodémaco Gidolet, que era una avenida anchísima y con árboles plantados a intervalos regulares en las aceras. La casa en concreto era un edificio de unas cuatro plantas, y en este caso Godorik no tenía el problema de identificar cuál de las ventanas correspondía al piso de su víctima, porque el piso de su víctima consistía en el segundo piso al completo.