Godorik echó un ojo al papel en el que había escrito la dirección del tal Severi Gidolet. No solo vivía en aquel nivel tan bien cuidado, sino que su casa estaba cerca del centro; Godorik tuvo que andar un buen rato para llegar hasta allí. Por el camino, en vez de tener que esquivar a la policía, como ocurría en el nivel 1, o mirar de reojo a cualquier transeúnte con aspecto sospechoso, como pasaba en el 27, apenas se encontró con dos o tres serenos de aspecto bonachón, que patrullaban sus respectivas calles sin imaginarse que nada malo podía suceder.
La calle en la que vivía el señor Gidolet, por suerte, no tenía sereno. Godorik se inquietó un poco cuando vio las luces encendidas en algunos edificios, y se temió que, si intentaba entrar en el domicilio de su víctima por la fuerza, cualquiera podría verlo y delatarlo. Pero, de todas maneras, entrar por la fuerza en el piso de Severi Gidolet parecía ser una tarea laboriosa; se encontraba en un edificio con una fachada rocambolescamente tallada, encajonado entre otros dos sin que quedase siquiera un centímetro de separación entre una construcción y la siguiente. Godorik sabía el número del apartamento, pero no tenía ni idea de a cuál de las ventanas correspondía este… si es que correspondía a alguna. Dio un par de vueltas por la acera, pensando y observando la fachada, por si conseguía deducir de ella la estructura del bloque; pero no logró sacar nada en claro.
Entonces, se le ocurrió una idea. Se acercó al portal (guardado por dos siniestras gárgolas, lo que también había sido una moda del siglo pasado) cuanto pudo, y entonces flexionó las piernas y saltó hacia arriba con todas sus fuerzas. Aterrizó sobre el alféizar de una de aquellas gigantescas ventanas, en el tercer piso aproximadamente; y ni siquiera rompió el cemento de imitación de piedra del que estaba hecho, señal de que era de buena calidad, porque no se había posado precisamente con suavidad. Repitió el proceso y dio otro salto, y llegó hasta la azotea del edificio, una amplia terraza que parecía haber sido diseñada para albergar un jardín, pero que estaba prácticamente vacía.