Se casaron apenas diez meses después de conocerse, en una pequeña basílica en las afueras de París. El día de su boda, Nina estaba preciosa; y su madre estaba radiante.
—Esta es la iglesia donde yo me casé con tu padre —le indicó—. Es maravilloso que ahora tú también te cases aquí.
La ceremonia transcurrió sin incidentes, y Nina Mercier se convirtió a no más tardar en Nina Guillory. Los recién casados pasaron una luna de miel bastante aceptable en las islas griegas, y cuando volvieron a París se instalaron en una casa en el centro, no muy lejos de donde vivían los señores Guillory, y tampoco de donde vivían los señores Mercier.
Fue por esa época, más o menos, cuando Alina Michaud, la hija del hermano de la señora Mercier, y su marido el señor Michaud volvieron de Niza, y se mudaron también a París. Los negocios del señor Michaud iban muy bien; su empresa había estado a punto de quebrar unos años atrás, pero había logrado evitarlo, y ahora su situación era mejor de lo que nunca había sido.
Nina se encontró intimando bastante con Alina Michaud. Jean estaba aún flirteando con alguna muchacha desprevenida (por supuesto, ya no con la señorita Géroux), y le faltaban todavía algunos años para entrar en el mundo de la madurez; y Nina había ido perdiendo contacto gradualmente con todos sus conocidos de la universidad, a medida que se introducía más y más en el círculo de su marido. Así que la posibilidad de relacionarse con su largamente ausente prima fue muy bien recibida; y las dos tomaron por costumbre tomar el té juntas, bien en casa de la una, bien en casa de la otra.