El Fuerte Oscuro de Kil-Kyron · Capítulo 9

9

—¡Cavad! —exclamó Sore Matancianas—. ¡Vamos, cavad!

El equipo había localizado un almacén de mercancías, situado en las afueras de la ciudad de Aguascristalinas, que se utilizaba para abastecer los territorios del Bien en las cercanías del Kil-Kanan. Tras noquear a un par de ancianitas para robarles palas y herramientas de jardinería, habían puesto en marcha el innovador plan de Sore: cavar un túnel para introducirse en el interior del granero sin que nadie se diera cuenta.

—Yo creo —refunfuñó Avur Vilán, mientras le daba a la pala—, que esto contradice las órdenes que hemos recibido de no hacer nada, solo explorar.

—¿Y qué más da? —cantó alegremente Pati Zanzorn, mientras cavaba entusiasmado—. Si de paso podemos arreglar el problema, mejor que mejor.

—Muy bien, seguid cavando —dijo Sore, que se había erigido en jefe de operaciones—. Mientras tanto, el Fozo y yo nos infiltraremos por la puerta principal y daremos una vuelta por las instalaciones, para poder hacer planos y dirigir mejor el túnel.

—¿Por qué yo, Sore? —preguntó el Fozo—. Yo prefiero cavar.

—Porque necesito algo de músculo por si acaso —repuso Sore—. Venga, vamos.

Así que Sore y el Fozo se dirigieron a la entrada del granero. A pesar de que era un edificio muy grande, en la entrada solo había un único guardia con cara de aburrido, que daba cabezadas.

—Uhm… eh… ¡alto! —llamó, cuando vio que dos muchachos iban a cruzar la puerta sin más ceremonia—. ¿A qué venís aquí? Aquí no se puede entrar.

Anticipándose al subsiguiente intento del Fozo de darle al guardia un golpe en la cabeza que lo dejara grogui, Sore lo detuvo con una mano.

—Somos inspectores de salubridad —dijo, dándose importancia—. Venimos a revisar las instalaciones conforme a la nueva normativa 15-273-B.

—Eso, eso, somos inspectores —asintió el Fozo, después de mirar a Sore con admiración.

—Eh… ah —dijo el guardia—. ¿Qué normativa es esa? No me suena.

—Es una nueva normativa que se comenzó a aplicar en el Norte hace seis meses, y que regula la posición de puertas y ventanas en edificios con usos alimenticios para evitar infecciones bacterianas, según han recomendado los últimos descubrimientos médicos —se enrolló Sore. El Fozo siguió asintiendo, con los ojos muy abiertos y cara de tonto.

—Uh… comprendo —asintió también el guardia, que no ponía tampoco una cara más inteligente que el Fozo—. Pues pasad.

Les abrió la puerta, y pasaron todos dentro.

—Necesitamos que nos muestren todas las puertas, ventanas, conductos y demás salidas al exterior de las instalaciones —exigió Sore.

El guardia los condujo a través de aquel aburrido, bien ordenado y bien aireado granero, y se esmeró en mostrarles todo lo que pidieron. Sore Matancianas tomó nota mental de todo, mientras el Fozo miraba a su alrededor maravillado.

—Bien, muchas gracias —dijo al final Sore, cuando terminó el tour, y estrechó cordialmente la mano del guardia—. Creemos que todo está en orden, y que no serán necesarias reformas.

Salieron de allí, y se alejaron tan rápidamente como pudieron. Sin embargo, a los pocos metros se cruzaron con un druida, que se dirigía hacia el granero.

—Buenos días —les saludó el druida.

—Buenos días —respondió Sore educadamente.

Siguieron adelante, y lo mismo hizo el druida… por un momento. Pero de repente giró sobre sí mismo y observó con más detenimiento a los hombres a los que acababa de saludar.

—¡Alto! —gritó.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *