El Fuerte Oscuro de Kil-Kyron · Capítulo 34

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Marinina Crysalia Amaranta Belladona se encontraba frente a los servicios sociales de Aguascristalinas. Un jefe de sección benigno, sentado a una mesa en una habitación bien ventilada e iluminada y llena de cuadros alegres de vivos colores, la contemplaba con mirada crítica, mientras asistentes sociales de todas las categorías la observaban desde las esquinas, muy atentos.

—Bien, bien —dijo el jefe de sección, tamborileando con los dedos sobre la mesa—, ¿así que dices que escapaste de Kil-Kanan?

—Así es —titubeó Maricrís, nerviosa.

El jefe de sección se cruzó de brazos.

—Y ¿por qué razón?

—¿Por qué razón? —repitió Maricrís, sorprendida—. Pues… ¡porque todos allí eran malignos! Yo… yo no soy soy malvada. ¡Siempre he querido ayudar a los demás, y comer comida sana, y utilizar fuentes de energía renovables! —la chica sollozó, y escondió la cara tras la manga—. Cuando comprendí que mi presencia allí no ayudaría a hacer más benévolo el corazón de las depravadas gentes de Kil-Kyron, decidí marcharme, y buscar a aquellos que pudieran entenderme.

La hermosura e inocencia de Marinina se ganó inmediatamente a todos los asistentes sociales que se encontraban allí presentes. Caritio Bancraacs, que observaba desde la puerta, dejó escapar una lagrimita, emocionado. Sin embargo, el jefe de sección no se dejó impresionar.

—¿Puedes probar que no mientes? —exigió—. ¿Puedes probar que no tratas de infiltrarte entre nosotros, para espiarnos y destruirnos desde dentro?

—¡Yo nunca haría eso! —exclamó Maricrís.

—¡Eso dices! —el jefe de sección se levantó bruscamente—, pero eso dicen todos. Los caminos del Mal son intrincados y tenebrosos, y sus seguidores difíciles de desenmascarar, puesto que su lengua miente mejor que sus pulmones respiran.

Dirigió a Marinina una mirada severa; esta se asustó, y dio un paso atrás.

—No soy una seguidora del Mal —lloró—. Por favor, creedme.

—Jefe —dijo uno de los asistentes, conmovido—, miradla: ¡es una pobre joven! ¿No podéis de verdad creer que es malvada?

—Eres aún inexperto, mi querido Donrasen —dijo el jefe de sección, cambiando por un momento el tono de su voz a uno suave y amable—, aún no has visto las muchas, y muy traicioneras, caras que puede adoptar el Mal.

—Yo no soy maligna —insistió Marinina—, nunca lo he sido. ¡Por favor, creedme! ¿Qué puedo hacer para convenceros?

El jefe de sección entrecerró los ojos.

—Hay una forma —anunció—. Deberás superar la Prueba.

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