—¿Así que ese tal Gidolet se dedicaba a alterar datos para lucrarse? —pitó Manni, mientras asentaba sus posaderas sobre un desvencijado sillón con esa exacta elegancia de la que solo un robot es capaz—. ¿Qué clase de datos?
—Para lucrarse, no sé —murmuró Godorik, sentado a su vez en otro sillón en la sala de estar del refugio de Manni y Agarandino—. Según él era todo para defenderse de otra compañía, aunque… sí, siendo como es esa gente, se habrá lucrado hermosamente por el camino, como poco.
—Si estafa a la Computadora, es alguien que vale la pena —sentenció Agarandino, que cortaba con un serrucho una pieza de metal en el banco de trabajo, y hacía con ello un sonido muy desagradable.
—¿Incluso aunque su estafa sea completamente egoísta y perjudique a otra gente que no ha hecho nada? —señaló Godorik, sarcástico.
—Hmmmm —gruñó el doctor—. Si piensas eso, ¿por qué no lo denunciaste a la policía? ¿O te llevaste sus papeles, al menos?
—Primero porque no voy a ir a la policía por mi propia voluntad —bufó Godorik—, y segundo porque no es asunto mío. Que la Computadora se arregle con sus problemas.
—¡Magnífico! —exclamó Agarandino, dejando el serrucho a un lado y tratando de separar los dos pedazos en los que había dividido el casquete metálico que estaba cortando—. Cada vez estoy más orgulloso de ti.
—Hablando de estar orgulloso… —recordó Godorik, y rebuscó en sus bolsillos. Sacó el AgaraCristal y lo dejó sobre la mesilla— este cacharro me ha resultado muy útil. ¿Cómo demonios funciona?
—Ah, ¡mi querido, querido invento! —Agarandino soltó una carcajada, y en ese momento consiguió por fin separar los malamente cortados semicasquetes—. Por supuesto, el AgaraCristal, versión 3.1 mejorada, funciona según los más avanzados principios de la física moderna.
—… Al contrario que el AgaraCristal versión 3.1 sin mejorar, que funcionaba según principios anticuados y obsoletos —se burló Godorik.
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