El Fuerte Oscuro de Kil-Kyron · Capítulo 38

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—¡… y entonces el monstruo se tumbó frente a ella y se dejó acariciar! —relató el joven al que Marinina había rescatado, Jivonis, de voz en grito—. ¡Era una repugnante bestia sedienta de sangre! ¡Y ahora es vegetariano e intenta compartir su yogur con todo el que se acerca!

El jefe de sección, que escuchaba atentamente sentado a su escritorio, tamborileó con los dedos sobre la mesa.

—Supongo —dijo al fin, con resignación—, que eso quiere decir que ha pasado la Prueba.

Maricrís, sentada en un sofá en la esquina, se ruborizó.

—¡Oh! —musitó humildemente—. ¡Eso sería maravilloso!

—¿Pasado la Prueba? —siguió gritando Jivonis—. ¡Más que eso! ¡Es un faro de luz y compasión y benevolencia! ¡Con ella, podremos por fin derrotar al Mal!

—Bueno, bueno —contestó el jefe de sección, aunque la idea pareció alegrarlo un poco—, ya veremos.

—Entonces —intervino Marinina con timidez—, ¿este joven no estaba realmente en peligro? ¿Era todo una escena para verme reaccionar?

El jefe de sección volvió a mirarla con disgusto.

—Sí —concedió—. Esa era la Prueba: ver cómo actuabas, y qué elegías. Jivonis no estaba en peligro; si lo hubiese estado, habríamos intervenido y reducido a la bestia, que es un animal maligno procedente de las Montañas Místicas de Mur-Humm que irrumpió hace unos años en Rabania, y al que mantenemos aquí solo para este propósito. —bufó, y miró a Jivonis—. Aunque, por lo que dices, parece que adiós a su propósito.

—Me alegro mucho —dijo Marinina, aún con un colorete natural en sus hermosas y juveniles mejillas—. Quiero decir, me alegro mucho de que este joven no estuviese en peligro. ¡Habría sido horrible si le hubiese ocurrido algo! —rectificó.

—Sí, sí —contestó el jefe de sección—. Bueno, Jivonis, será mejor que le enseñes a esta señorita los alrededores y la lleves con los de Atención para que pueda descansar… puesto que ahora es una de nosotros.

Jivonis, muy entusiasta, se apresuró a hacer lo que le decían. Mientras Marinina y él salían, la chica se volvió y preguntó:

—Solo por curiosidad… En la prueba, ¿cuál era la opción correcta?

El jefe de sección agrió la cara como si le acabasen de pegar un tiro.

—No había ninguna opción correcta —gruñó.

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